Los hay con cabinas de madera, con puertas de hierro forjado e incluso algunos disponen de asientos tapizados y vitrales. Hablamos de los ascensores antiguos, un patrimonio oculto que aún sobrevive en centenares de fincas modernistas de Barcelona. Un muestreo del Ayuntamiento ha permitido localizar al menos 420 elevadores históricos instalados durante los primeros decenios del siglo XX. No se sabe con certeza el número exacto, seguro que son más, ya que no se han comprobado todos los inmuebles y se desconoce los que han sido víctimas de la piqueta. Se trata de una primera aproximación con el objetivo de desplegar diferentes iniciativas para poner en valor estos elementos.
Los elevadores no tienen una protección patrimonial específica como ascensor así que el Consistorio estudiará su posible catalogación ante los “cambios que impulsa la Generalitat en cuanto a la normativa de industria, que implicará más exigencias de seguridad” en estos artilugios, detallan fuentes municipales. Por otro lado, si este aparato está catalogado o forma parte de un inventario municipal, la comunidad de propietarios podrá solicitar las ayudas en la mejora del patrimonio para restaurar elementos como las rejas o cabinas de madera, añaden las mismas fuentes. Eso sí, el Ayuntamiento avanza que una futura catalogación de estas instalaciones requerirá de un estudio más exhaustivo en cada uno de ellos.
Para obtener esta información se ha realizado un trabajo de campo mediante la visita finca a finca en una zona acotada y dos ejes urbanos. Por un lado, el área central del Eixample, al considerarse una mayor presencia y conservación de los ascensores históricos en este distrito. Así, el estudio ha abarcado las islas enteras comprendidas entre las calles Balmes y Pau Claris hasta la altura de la avenida Diagonal, incluidos los dos ejes más nobles del Eixample: el paseo de Gràcia y la Rambla de Catalunya. En este ámbito, se han localizado 77 instalaciones antiguas, un 18,3% del total de la muestra.
Por otro lado, se han cuantificado los elevadores existentes en la Gran Via- desde la calle Comte d’Urgell hasta la plaza Tetuán- y en la avenida Diagonal- entre las plazas Francesc Macià y Mossèn Cinto Verdaguer-. En la primera arteria se han detectado 28 mientras que en la segunda 56, un total de 84 que representan un 20% del muestreo. Además, se ha hecho un trabajo de campo aleatorio no tan exhaustivo peinando otras zonas de la Dreta de l’Eixample y algunos puntos de los barrios de Sant Antoni y Ciutat Vella, donde se han contabilizado 107 ascensores antiguos. Esta información se completa con una investigación encontrada en los archivos, diferentes webs, blogs o páginas personales y también con datos aportados por el Gremio Empresarial de Ascensores de Catalunya.
El informe alerta de que estos aparatos no han sido “objeto de una atención especial” en los planes de protección de patrimonio y solo se menciona de manera ocasional en las fichas del catálogo de patrimonio, concretamente en ocho ocasiones. “A pesar de que no se puedan visitar todos los ascensores porque están dentro de propiedades privadas, estos elementos forman parte del patrimonio cultural de la ciudad y se han de preservar. Desde el punto de vista patrimonial es una pieza absolutamente significativa, de la misma manera que lo fueron las porterías, especialmente las puertas de acceso a las fincas del Eixample, la mayoría con madera trabajada y algunas con elementos de vidrio, pero que lamentablemente en los años 60 y 70 se cambiaron por carpintería de aluminio con la instalación de los porteros automáticos”, defiende el arquitecto Antoni Vilanova, presidente de la Agrupación de Arquitectos para la Defensa y la Intervención en el Patrimonio Arquitectónico (AADIPA) del Colegio de Arquitectos de Catalunya (COAC).
Vilanova explica que aunque este elemento no esté protegido específicamente no significa que no esté regulado cuando hay una reforma en un edificio, incluso si el bien inmueble no se incluye en una las categorías del catálogo de patrimonio. En este sentido, la mayoría de los elevadores detectados se concentran en el llamado sector de conservación del Eixample en el que hay una ordenanza específica de rehabilitación y mejora de este distrito en la que se establece que cuando se produce una rehabilitación en la finca se conservará y pondrá en valor los elementos originales existentes, como los ascensores. El arquitecto añade que cuando llega la solicitud de licencia los técnicos municipales de patrimonio se encargan de hacer un seguimiento de la intervención tanto en la redacción del proyecto como en las obras. Vilanova destaca que con este inventario ya se conocerá de antemano si el inmueble dispone o no de un elevador antiguo.
Además, apunta que hay empresas centenarias de instalación y mantenimiento de ascensores que todavía operan en la ciudad y con su experiencia permiten “actualizar” esta maquinaria. Por ejemplo, se actúa en el motor para que sea más rápido y siga siendo seguro de acuerdo a normativa, pero que no “atente” contra los elementos decorativos más significativos. A pesar de su singularidad, algunas comunidades de vecinos han de lidiar con averías reiteradas, un laborioso mantenimiento o armarse de paciencia por su lentitud.
En cuanto a la normativa, el Gremio Empresarial de Ascensores de Catalunya comenta que la actual regulación y los protocolos para efectuar las inspecciones reglamentarias contienen las “medidas adecuadas” para los trabajos de mantenimiento teniendo en cuenta “todas las tipologías de ascensor en funcionamiento”. En las intervenciones, las empresas valoran aspectos como su antigüedad, uso, ubicación o la exposición a los medios ambientales, cuestiones que han de constar en los planes de mantenimiento.
Sobre la nueva normativa, la entidad gremial señala que se espera su publicación este año y uno los puntos consistirá el reemplazo de guías en cabina y contrapeso en lugar de guías de madera, de raíl y de perfil cilíndrico, algo que de “manera directa” afecta a los ascensores históricos. Por otro lado, la futura reglamentación modificará puntos de la anterior ampliando los trámites y obligaciones administrativas de las empresas con el objetivo de mejorar la seguridad de estos aparatos y matizando todos los aspectos de las obligaciones de los titulares. Según datos del servicio de seguridad de instalaciones de la Generalitat, en la demarcación de Barcelona hay más de 150.000 ascensores.
En cuanto a los orígenes, la llegada de la electricidad y la necesidad de ganar altura en un Eixample en construcción conllevaron la proliferación de estos artilugios. El primer ascensor eléctrico construido e instalado en Catalunya para “uso directo de personas” en un edificio de viviendas en Barcelona fue en 1897, en una finca del paseo Sant Joan con la calle Aragón, considerándose “un artículo de lujo”, según recoge una publicación del gremio. Como anécdota, al principio estos aparatos estaban diseñados solo para subir y se colocaron asientos no solo para comodidad de los usuarios sino por su lentitud. Un icónico ascensor de la ciudad todavía en funcionamiento se ubica en el Ateneu Barcelonès, en la calle Canuda, diseñado por el arquitecto Josep Maria Jujol en 1906.
En lo que se refiere a su regulación, el primer reglamento de aparatos elevadores se publicó en 1952, aunque con anterioridad hubo algunas pautas poco significativas en 1931. Desde 1952, los ascensores se registran con el número RAE (Registro de Aparatos Elevadores), un número que se le asigna igual que se hace con las matrículas de los vehículos. El primer RAE en Catalunya se otorgó en 1954.“Los primeros ascensores eléctricos se pusieron en edificios de cierto nivel y completaba los elementos distintivos de aquella casa, como el agua corriente o la electricidad en todas las habitaciones”, remarca el historiador y diseñador gráfico, Ròmul Brotons, autor del libro La ciutat moderna. Barcelona 1921-1930.
El muestreo municipal, dirigido por el historiador Francesc Caballé a través de un encargo del Instituto Municipal del Paisaje Urbano y de Calidad de Vida en colaboración con la Dirección de Servicios de Arquitectura Urbana y Patrimonio, se enmarca en las actuaciones previstas por la medida del gobierno municipal Barcelona, ciudad de patrimonio, una nueva mirada en la concepción tradicional del patrimonio. Un patrimonio que también forma parte del paisaje urbano de la ciudad, aunque sea más oculto e íntimo.
Fuente: lavanguadia.com