Crear los ascensores de los edificios más espectaculares del mundo supone todo un reto. Más allá de la necesidad de diseñar aparatos seguros y eficaces, el simple hecho de probarlos ya es todo un desafío. Al fin y al cabo, ¿cómo desarrollar y probar el elevador de un rascacielos si no es en uno de ellos?
Así, la compañía alemana ThyssenKrupp ha creado una espectacular torre en la ciudad de Rottweil, en el sudoeste del país centroeuropeo, para testar sus ascensores de última generación: más de 230 metros de altura levantados única y exclusivamente para crear los prototipos más modernos y ensayar su funcionamiento.
El edificio es en sí mismo un logro. Diseñada por el arquitecto alemán Helmut Jahn, esta torre de hormigón fue construida en menos de diez meses: exactamente, en 245 días. No obstante, el proyecto no ha hecho más que empezar.
Aún falta que este gran tubo tenga en su interior las estructuras necesarias para las pruebas de los ascensores. De hecho, según explica la propia compañía, no se pondrá en marcha hasta finales de 2016.
Esta colosal construcción no tiene por objetivo otra cosa que ser el primer lugar en el que se utilice el sistema MULTI ideado por ThyssenKrupp. La empresa alemana anunciaba a finales del pasado año una propuesta para revolucionar la industria de los elevadores y, en consecuencia, el mundo de la arquitectura.
Para ello, recurrirá a la misma tecnología magnética que Lexus ha utilizado para hacer realidad el monopatín volador de ‘Regreso al futuro’ y que ha permitido crear los trenes ‘maglev’, que alcanzan los 600 kilómetros por hora.
Esa tecnología permitirá crear ascensores que también se desplacen de forma horizontal, cambiando por completo el concepto de elevador que se tiene hasta el momento. Sin embargo, el interior de esta torre no estará destinado únicamente a la investigación del sistema MULTI: el tubo de hormigón contará en su interior con doce huecos para los ascensores, de los cuales, tres se utilizarán para este revolucionario método.
La compañía destinará el resto a las pruebas de prototipos desarrollados con otras tecnologías emergentes, como aquellos capaces de desplazarse a toda velocidad, recorriendo cerca de 20 metros por segundo (cuando la velocidad del ascensor de un edificio normal suele estar en torno a los dos metros por segundo).
ThyssenKrupp no es la primera empresa de ascensores que se enfrenta al reto de probar ascensores para rascacielos sin contar con uno. Antes, Hitachi levantó en Japón la que hasta ahora era la torre para pruebas de elevadores más alta del mundo, con 213 metros de altura.
No obstante, no todas las empresas del sector optan por la altura para desarrollar sus modernos sistemas. Es el caso de la compañía finlandesa Kone, que lleva a cabo sus pruebas en una mina abandonada de casi 300 metros de profundidad. Allí, la compañía prepara los ascensores que podrían instalarse en la ciudad árabe de Yeda, en la Kingdom Tower, el que será el primer rascacielos de un kilómetro de altura y cuya construcción terminará en el año 2019.
Así, cada vez que el ser humano se rete a sí mismo para levantar edificaciones que se eleven sobre las nubes, el desafío será doble: las compañías de ascensores tendrán que buscar la forma de poner a prueba la seguridad y la eficacia de sus elevadores.